Los Gatos de la Recoleta

Los gatos del cementerio
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Llegar a las 5 de la tarde al Cementerio es una experiencia extraña. Al entrar, cuento 18 gatos que están apostados frente al acceso principal, expectantes y rígidos. Escucho “si querés saber qué hora es, mirá a los gatos”. Unos minutos después, “Alicia, la rubia”, una señora del barrio entra con comida para los felinos. Todos los animales la reconocen inmediatamente y se lanzan sobre el festín que Alicia deposita a los pies de las tumbas. Una mujer, con alma caritativa, que alimenta a los gatos con fondos de una sociedad protectora de animales, según me cuenta Patricia (que trabaja hace unos meses como asistente en los baños). Dice que hay veterinarios también que trabajan ad honorem y realizan castraciones ya que, según me informa Patricia, los gatos no deben pasar de más de 80. Cualquiera se erizaría al pensar que estos gatos tienen libre acceso a las muchas bóvedas que tienen sus cristales rotos o las puertas rajadas; algunas hasta están semiabiertas con cadenas. Tal vez estos gatos tengan más de siete vidas.