Un blog sobre todos los temas que atañen a este barrio porteño. Noticias que no aparecen en los diarios. Pinceladas de Buenos Aires y algunas que salpican a la Argentina.

viernes, mayo 20, 2005

Charla con Marcia y Floretino, cartoneros de La Isla





Al cruzar Agote, se explaya una escalinata imponente que desemboca en la calle Francisco Vittoria (poco conocida incluso entre vecinos ya que es una sola cuadra). En esta cuadra se descubre un moderno bistró y Pattiserie de cortas dimensiones y algunas ramas que caen de balcones residenciales. Casi llegando a Las Heras, una pareja de mediana edad esperaba sobre un alto escalón de edificio.

La conversación transcurre un largo rato con Marcia y Florentino quienes cuentan que trabajan como cartoneros en esa cuadra. Al principio, hablaban con mucha timidez pero después se fueron distendiendo y compartieron detalles sobre sus vidas con mucha generosidad y franqueza.

Ambos se encontraban sentados esperando al camión que los trae hasta la calle Francisco de Vittoria todos los días y los pasa a buscar por el mismo lugar. Florentino tiene 47 años y es oriundo del Chaco, vino a Buenos Aires a los 8 y trabajó la mayor parte de su vida en una fábrica de papel. Marcia es de Lomas de Zamora y tiene una hija de 9 años que va al colegio. Ahora, el matrimonio trabaja de siete a once de la noche, están siempre en la cuadra. Confirman que es “su” cuadra y que si viene otro cartonero le piden que se vaya; el pedido es siempre acatado.

¿Qué hace el gobierno por ellos? Al principio se encogen de hombres con cierta mofa pero en el transcurso de la conversación Florentino reconoce que el gobierno les da credenciales para que puedan trabajar sin intromisión de la policía y, que además les brinda asistencia médica en forma de vacunación gratuita. También expone sobre sus problemas de espalda y el temor de quedar en silla de ruedas si tiene que someterse a una operación, como le aconsejan los médicos. Lamenta Florencio haber trabajado toda su vida “en negro” ya que no podrá gozar de aportes jubilatorios. Siempre, recalca, ha visto como los gremios “cobraban un cheque y después se iban”. Duda de que a su edad consiga otro trabajo que no sea el de cartonero.

Hasta el 2001, la policía no los dejaba entrar a la Capital Federal para hacer recolección de residuos, explican, después del 2002, sí. El matrimonio recoge las bolsas enteras, no las abren en el lugar sino que una vez llegados a su casa en Lanús, separan los residuos en papel, vidrio y plástico. Luego, le venden directamente a las fábricas de papel – no aceptan intermediarios que según ellos son estafadores – y ganan entre los dos $200 pesos por semana aproximadamente.

Ante la mención de “un relevamiento con fines periodísticos” Florentino se indigna y me ruega que aclare que ellos no comen comida de la basura. Hace referencia así al programa de “ese periodista” (¿Graña?) que mostró en cámara a un cartonero recalentando comida de la basura. “¡Por Dios!”, se enoja, “¡me gustaría agarrarle la cara a ese periodista y hacerle comer esa comida a él! Por favor diga que no comemos de la basura”. Marcia asiente y coincide en afirmar su dignidad. Agregan que la gente de la cuadra “es muy amable y nos pregunta si nos ofendemos si nos dan comida. Son muy amables con nosotros”. Marcia y Florentino conocen a los encargados de los edificios y muchas veces les hacen llegar bandejas de comida.

Con los $200 pesos por semana les alcanza para terminar su propia casa en Lanús “que tiene tres dormitorios y cocina” acota Florentino con una sonrisa de oreja a oreja.

Al despedirnos, me recuerdan que ellos están siempre allí, en la Isla.